
El trabajo emocional nos ayuda a definir el manejo y adaptación de nuestros sentimientos con nosotros y nuestro ambiente, hoy en día ocupan un lugar fundamental en la sociedad, en las empresas, en la familia y en lo individual, la calidad de vida que tengamos afecta directamente a nuestro entorno relacional, implica realzar o modificar alguna expresión facial, corporal hacia respuestas de nuestro proceso mental, paradigmas, creencias o patrones establecidos.
Se ha evidenciado que las emociones cumplen un rol indispensable en las relaciones y comportamiento con otros. El ambiente interno que le otorgamos a nuestro organismo repercute celularmente, es decir en nuestra epigenética (modificación del ADN), está científicamente comprobado que las vivencias emocionales que tenga una madre durante la gestación impactan genéticamente al nuevo ser.
Somos responsables de nuestro bienestar, de estar informados, aprender de nuestro cuerpo, él siempre enviará señales para que tomemos atención de lo que está pasando, por esta razón somatizamos con alguna enfermedad.
Tenemos a nuestro favor la plasticidad neuronal (adaptación del sistema nervioso) que puede mejorar nuestro propio bienestar ayudándonos a crear nuevos enlaces neuronales para generar nuevos comportamientos.
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